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8 abr 2010

LA TIRANÍA DEL CONTENIDO

Como se ha indicado, uno  de los aspectos centrales de la buena docencia es el contexto correcto y la posibilidad de incluir actividades y temas novedosos que van  apareciendo para dar  lugar al aprendizaje continuo. Sin embargo, estos  principios con mucha frecuencia se ven en peligro, debido a una tradición que existe en el sistema educativo y que se denomina Tiranía del contenido, la cual  surge cuando la necesidad de cumplir un  programa, de cubrir unos  temas, domina los estilos de docencia y de evaluación, los objetivos formativos y el deseo   de entusiasmar y motivar al  estudiante hacia un aprendizaje integral que exceda el simple conocimiento profesional.

Mary Ellen Werner, autora de “Improving your  classroom teaching” identifica tres mitos como la base  de este  problema de Tiranía del contenido, ellos son:

1 s es Mejor. Indudablemente el conjunto de conocimientos  en  cualquier área se expande a un  ritmo frenético, y por ello la tentación de lograr que “todo” el conocimiento sea transmitido en uno o en unos  pocos cursos. La idea  detrás de esto es que  entre más  enciclopédico sea  el alumno, mejor  preparado estará para su vida  profesional.

La verdad es que  por una parte no hay  tiempo en los once años  del proceso básico y medio para “inyectarle” todo  el saber humano de una serie de materias y es necesario dejar temas para la educación continua que el estudiante deberá tomar; pero por el otro lado la verdad también es que el “disco duro” del estudiante no puede almacenar, retener  y usar toda  esa  cantidad de información en tantos cursos, y que rápidamente va a colocar en un archivo muy remoto gran parte de ella,  mucha de la cual  será obsoleta cuando él llegue al ejercicio profesional.

Por todo lo anterior, la respuesta a este  mito  debe  ser:

Trate de  cubrir aquellos aspectos que  son  fundamentales para la comprensión integral del tema o de la materia.

Elimine todo  lo que  sea  obsoleto o esté  en  el  proceso de obsolescencia.

Los aspectos históricos resúmalos a sus  orígenes y las razones  de sus  logros  y fracasos.

Separe lo que  corresponde al nivel  y objetivos de su curso: grado anterior vs grado posterior vs. Educación continua.

2 Enseñamos materias y no estudiantes
Este mito es, aunque extraño, bastante frecuente, pues generalmente el docente siente que su compromiso es con la materia XXX y que  él ha  sido contratado es para “dictar N capítulos del libro YYY de la materia antes indicada.  s  aún, que  la evaluación de su labor docente depende del cumplimiento del programa y que por lo tanto debe  apresurarse para alcanzar a “inyectar en el estudiante todos  los N capítulos.

Directivos y docentes debemos entender que nuestro propósito es  la  formación adecuada de  un  grupo de estudiantes, y que es allí donde  debe ser evaluada la acción del docente. El binomio formación-información debe estar claro en nuestro objetivo  y en ese  sentido debemos estar dispuestos a reducir la cobertura si con ello logramos más  formación, más capacidad de aprendizaje autónomo, más  participación.

3 Si el docente  lo sabe lo debe enseñar
Los docentes, luego de muchos años  de estudio y de formación,  generalmente en  un  área específica del  conocimiento, hemos logrado profundizar nuestro  saber en  esa  área, que obviamente para cada  uno  de nosotros es prioritaria y vital. Ello  nos  lleva  a pretender que  todo  lo que  nosotros sabemos debe ser asimilado inmediatamente y ojalá  en un curso  por el estudiante y que la mejor  contribución que le podemos dar  es transferirle todos  esos bytes de información en un solo curso.

Este gesto  es muy  noble  de parte del docente, pero  en muchos casos  no es lo mejor  para el estudiante,  pues lo ahoga de información, no le da lugar a digerirla y a asimilarla y de pronto mucha se desborda y se pierde.

Como  docente tengo que  tener en  cuenta qué  es lo que  al nivel  de desarrollo del estudiante se debe conocer y dominar, y allí  debo  centrar mi  esfuerzo. Tal  vez  en  un  día  de  clase  les plantee todas las posibles ramificaciones y extensiones que tiene el conocimiento en esa área, como un elemento de motivación a que investiguen, profundicen y ojalá  seleccionen mi área como área de desarrollo.

Para poder  enfrentar estos  tres mitos, es necesario tomar varias decisiones muy  precisas en objetivos y en metodología, lo cual  dará lugar a que el balance formación-información sea más  adecuado, a que se tenga más  tiempo en el salón de clase para ejercicios de aprendizaje activo, para mejorar la comprensión y el dominio de los temas fundamentales, para poder  tratar temas conexos  al curso  que  van  saliendo en  el desarrollo del mismo, para poder  dar  lugar a orientaciones particulares que surjan de los estudiantes y sobre  todo para hacer más  viva y placentera la clase.

¿Qué tiene que cubrir en clase  un docente?

Temas que sean básicos para la comprensión de la materia.
Temas que  sean muy  difíciles de interpretar por  los estudiantes.
Ejemplos e ilustraciones.
Material de mucho interés para los estudiantes.
Material que no se cubre en ningún otro curso.

Por lo tanto, identifique temas que no caen  en estas categorías, y que  están tratados en  forma muy  clara en  el texto  y asígnelos como lecturas y/o como ejercicios para ser analizados y resueltos fuera de clase  por los estudiantes.

No haga el papel de “recitador del texto”, o de “linotipista de tablero”, los libros  ya están escritos y el estudiante los puede leer  y entender. Su  papel es aclararle los aspectos que  él no comprende, presentar algunas ideas básicas que le sirvan para comprender los temas subsiguientes, y darle orientaciones sobre aspectos que no están cubiertos en el texto.

Recuerde que  la parte difícil  de la docencia no es el lograr que los estudiantes se aprendan o memoricen todo un contenido, lo difícil es conseguir que ellos sean capaces de usar lo aprendido para generar soluciones creativas a diversas situaciones, que sean capaces de seguir aprendiendo en el área, sin tenerlo a usted al lado,  que se desarrollen intelectualmente.

Un verdadero buen curso, además de tener un  buen contenido debe permitir que los estudiantes sean capaces de usar el contenido para resolver nuevos problemas, desarrollar  diseños innovativos, pensar creativamente y evaluar opciones.

Se estima que de lo técnico que uno aprendió   sólo emplea un  20% en su vida  profesional y que  el resto de lo utilizado está en lo que algún autor llamó  “Residuos Educativos o sea, en esas características personales que debió ayudar  a desarrollar el otro  80% de contenido: creatividad, innovación, capacidad analítica, capacidad crítica, comunicación, capacidad de aprender, capacidad de síntesis, liderazgo, capacidad  de trabajo en grupo colaborativo, etc.; o sea los valores y las actitudes que son parte del proceso formativo.


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