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19 may 2009

PREVENCIÓN ESCOLAR

LAS DIFICILES CONDICIONES DE PARTIDA.

Las primeras iniciativas que pretendían prevenir las drogodependencias desde el marco escolar aparecieron en la segunda mitad de los años setenta y se limitaron a dar algunos avisos sobre "los peligros de la droga" por parte de invitados ajenos a la escuela. Médicos generales, policías y algún que otro catedrático solían ser las figuras a las que se recurría con una mayor frecuencia, contribuyendo sus intervenciones, en las que solían limitarse a describir las substancias ante el conjunto de escolares reunidos en el salón de actos, a incrementar la curiosidad de los adolescentes.


A fines de aquella década, cuando la heroína comenzó a ser un problema grave y se organizaba el Movimiento Social contra las Drogas, los centros escolares se convirtieron en uno de los lugares de actuación preferente por parte de familiares de afectados, voluntarios, algún ex-adicto, profesionales con mayor o menor formación y por supuesto miembros de sectas y oportunistas de diferente pelaje. Algunos maestros y profesores, una parte de los cuales formaba parte de las categorías anteriores, se incorporaron a unas actividades que, aunque se realizaban en el espacio físico de la escuela, tenían un origen claramente extra escolar y un desarrollo muy poco pedagógico. El procedimiento standard se sustentaba en la creencia de que aquellas figuras públicas que tenían legitimidad para "saber sobre las drogas" comunicaban sus conocimientos a unos escolares ansiosos a los que esta información protegía de los "engaños" de los traficantes.

En resumidas cuentas la historia de aquellas actividades en los centros escolares es la historia de una colección de despropósitos que ni debemos olvidar, ni debemos dejar al margen de la posterior eclosión de los consumos en los años ochenta.

Sobre este recuerdo no podemos pasar por alto el hecho de que los agentes externos al ámbito escolar, aquellos a los que se dotaba de una cierta autoridad para hablar de drogas, carecían de la adecuada formación para actuar como agentes preventivos y su propia capacitación se derivaba justamente de su actuación en la escuela, es decir su intervención ante los escolares les dotaba de la necesaria legitimidad social como "expertos en drogas". En este sentido "una conferencia en el instituto" permitía acceder a la condición de experto, un status del que se carecía antes de pronunciar tal conferencia. Además, con independencia de la posición ideológica de los convocantes, tales conferencias solían insistir en la reiteración de ciertas consignas mono temáticas, concordantes con una serie de valores tradicionales que la sociedad ya estaba abandonando y que, lógicamente, producían en los oyentes el efecto contrario al buscado: si oponerse a las drogas coincidía con ciertos valores caducos y caducados y experimentar con ellas coincidía con los valores en alza, lo natural parecía incorporar las drogas a los nuevos estilos culturales.

En todo caso no es correcto atribuir toda la responsabilidad a la actitud de estos agentes externos y suponer que actuaban de mala fe, cuando la sociedad tomada en su conjunto e incluyendo profesionales e instituciones, no tenía, como consecuencia del atraso y el aislamiento que había padecido hasta bien entrados los años setenta, siquiera un mínimo de información en relación al fenómeno que se le venía encima.

LA AUSENCIA DE PADRES Y PROFESORES.

Obviamente la presencia casi exclusiva de agentes externos a la escuela para tratar el problema, así como el perverso mecanismo con el que obtenían su legitimidad como expertos, propició la inhibición, la ausencia del profesorado, que adoptó el perfil de "no experto" para mantenerse al margen prefiriendo ignorar y delegar a intervenir.

En este sentido las actitudes de los docentes se reflejaron muy bien en una de las primeras investigaciones que sobre el tema se realizó, por encargo del MEN en 1985, y en la que resumiendo un análisis de grupos de discusión afirmaba: "los grupos de profesores de EB se inhiben porque dicen que este es un problema que sólo aparece en Educación Media, los de EBP porque es un problema que sólo se da, por las condiciones sociales diferenciales, en los Institutos de EB, los grupos de profesores de EBP lo trasladan a la Educación Secundaria y estos últimos a aquellos chicos que no están escolarizados. Ciertamente algunos profesores, de cualquiera de los niveles, manejan una visión radicalmente opuesta y afirman que en su centro el problema es muy grave para, a continuación, exigir la presencia de expertos externos que lo solucionen".

Sin embargo esta situación aparentemente sencilla enmascara una cierta dificultad que trataremos de explicar. De entrada sabemos que para poner en marcha cualquier programa de prevención de las drogodependencias en el ámbito escolar se requiere:
a) un grupo de profesores dispuestos a poner en marcha el programa,
b) un equipo profesional externo que proporcione formación y apoye el desarrollo del programa,
c) unos materiales cuanto más completos mejor y
d) la autorización y el apoyo, o al menos la tolerancia, por parte de los actores institucionales que poseen competencias en la escuela.

Si nos centramos, como síntoma de la demanda, en los materiales habitualmente utilizados en el conjunto del país, resulta muy evidente que una parte son meros materiales informativos presentados en forma más o menos didáctica, mientras que otros combinan la formación teórica y metodológica con la información sobre drogas. En todo caso, en estos últimos, el espacio dedicado a la formación suele ser menor que el espacio de las "prácticas bien delimitadas", lo cual no resulta extraño si tenemos en cuenta que la demanda, tanto de los profesores como de otros profesionales o mediadores comunitarios, suele formularse en términos de "qué debo hacer", en el aula, en la familia, en la empresa o en la asociación, para "prevenir el consumo de drogas", y lo demás "las teorías" son "muy bonitas" pero poco útiles para trabajar en lo concreto.

Esta actitud puede al hecho de que las metodologías más habitualmente utilizadas para la Prevención de las Drogodependencias, en aquellos enfoques que se definen como rigurosos, tanto en Europa, América y Colombia y fuera de ella , se han construido sobre dos railes antagónicos, por una parte los resultados de investigaciones, esencialmente sociológicas, ubicadas en lo macro, que han descrito los perfiles generales de riesgo y por otro el modelo de los "programas de éxito", es decir evaluados positivamente, ubicados en lo micro, con orientaciones diversas pero una común raíz conductual, y que en general han sido realizados por departamentos universitarios en condiciones de control.

Entre ambos extremos la "Prevención de las Drogodependencias" no es, ni puede ser, ni una técnica ni una metodología cerrada, definitiva o acabada, todo lo contrario es un desarrollo permanente que adopta la forma de un programa de investigación , muy necesario sin duda, pero reciente, inmaduro y con pocos resultados contrastables.
El equipo, a través de los diferentes, trabajos de campo realizados con la comunidad educativa y su entorno mas inmediato, concluye que el problema mas sentido y que se adjunta en encuestas, y que constituye el sentir de todos es ¿“Como prevenir que nuestros hijos y jóvenes se metan al duro paseo de las adicciones ?”. Motivados y convencidos que si se puede hacer algo, tomamos diferentes referentes y trabajos anteriores y pudimos ver, que con la docencia ningún trabajo de cualificación y perfeccionamiento se ha hecho y que ello es factor que contribuye a la apatía de la docencia para involucrar estos temas en su currículo de área y acto docente.


JUSTIFICACION.

Debemos mencionar que este modelo de trabajo en la escuela, sustentado en el profesor y basado en el rigor metodológico de las intervenciones, en el impulso externo de los programas, en la creatividad y en la evaluación, contiene, sin embargo, algunos riesgos que convendría clarificar.

El primer riesgo se refiere a la persistencia de la tentación del agente externo que obra milagros, aunque ahora ya no se trata de aquellos sujetos cargados de carisma o representación social que lanzaban, como piedras, en forma de brillantes consignas referencias a los valores fundamentales que habíamos perdido, sino sujetos cargados de metodología y argumentos cientifistas que utilizando la letanía "objetivos, material, método y discusión de resultados" pretenden actuar en la escuela desde un supuesto entrenamiento muy especializado proponiendo objetivos medibles pero intangibles. Entre ambos momentos, entre ambas etapas históricas, se han producidos cambios radicales en la estética del discurso, pero desde la óptica de la tarea de la prevención de las drogodependencias en el aula, en el centro escolar o en la familia, estamos ante la misma falacia idealista.

El segundo riesgo tiene que ver con un cierto rechazo al tema de los valores, a trabajar con los valores, lo que sin duda constituye una reacción natural a los despropósitos ocurridos hace quince años. En nuestra opinión dotar a los escolares de un sistema protector de valores resulta globalmente imprescindible para la escuela y particularmente necesario para la prevención de las drogodependencias. En todo caso siendo tres las fuentes en las que, actualmente, los valores pueden adquirirse, a saber la familia, la escuela y los medios de comunicación, los tres son responsables de la transmisión de un adecuado sistema de valores.

Claro que el problema que rápidamente se plantea es el contenido de la rúbrica "valores adecuados", cuestión de la que no parece lícito desentenderse, aunque no sea este el momento de profundizar en la misma, pero si de enunciar las condiciones que deberían cumplir aquellos valores que podemos calificar como adecuados para que la escuela los trasmita. En resumen serian los valores que incluyeran las siguientes propiedades:

• Universalidad entendida como la posibilidad de que puedan ser compartidos por todos los seres humanos.
• Coherencia con una ética social civil y democrática respetuosa de las reglas del juego de la igualdad, la libertad y la tolerancia.
• Concordancia con los logros de la razón y la modernidad incluida la crítica a los propios valores de la modernidad.
• Capacidad para ofrecer respuesta a los retos de nuestra sociedad y en particular a los retos con los que se enfrentan los jóvenes escolares.
• Repudio de aquellos valores particulares que etiquetan y discriminan las valores de otras personas cuando estos cumplen las condiciones anteriores.

Si conseguimos mantener a raya estas tentaciones, soslayar las dificultades antes mencionadas y proyectar los contenidos recibidos en la formación no sólo estaremos poniendo en marcha programas de prevención de las drogodependencias, sino que estos pueden convertirse en una atalaya privilegiada desde la que promocionar, -sin retóricas-, un modelo de centro escolar con una mejor relación profesor alumno, con una concepción integral del proceso de socialización y en el que producir conocimientos no es sólo acumularlos sino ofrecer un marco para el cambio social.

Por lo anterior, se propone para el sector educativo, previos diagnósticos, estudios sociales, poner en marcha todo un programa de prevención, que se expone abajo el título de : “ACTUAR ES POSIBLE EN LA ESCUELA”.

Tal situación real conlleva algunas consecuencias entre las que vamos a destacar tres:
• Justificar un programa de prevención no se basa en un correcto planteamiento, o en lograr una gran audiencia o un alto grado de implantación; sino que el trabajo y la inversión en prevención sólo se justifican por la información que nos haya aportado su evaluación y la posibilidad que tenemos de difundirla entre colegas, compañeros y amigos.
• Trabajar en prevención no supone, por tanto, aplicar modelos predefinidos con efectos predecibles, sino participar en un proyecto de investigación que forma parte de un Programa de Investigación amplio, pluridisciplinar y interinstitucional, que puede adoptar perfectamente la fórmula, de "investigación - acción - participación (IAP)".
• Actuar en prevención supone asumir que se forma parte de un proceso de búsqueda, de construcción de una teoría y de una explicación que aún no poseemos. Aquellos que exigen sólo recursos prácticos, definiciones formales sobre lo que deben hacer, y sienten desazón y vértigo ante la reflexión que se les solicita deberían abstenerse de participar en Programas de Prevención de las Drogodependencias.

Como resultado, en la práctica podemos llamar programas de prevención de las drogodependencias en el ámbito escolar a diferentes actuaciones, siempre que seamos capaces de trazar una clara frontera entre la inconsciencia del activismo autojustificativo y el Programa de Investigación "Prevención de las Drogodependencias".

La constante evolución de la problemática de las drogas y la consiguiente adecuación de las respuestas institucionales exigen una permanente revisión de los objetivos y estrategias que se establecen desde el Plan Nacional sobre Drogas. Así lo ha entendido la Comisión Mixta del Congreso para el Estudio del Problema de la Droga cuando, en su informe, destaca que la prevención frente al consumo indebido de drogas debe ser el objetivo prioritario de la intervención pública y ha de ser una tarea del conjunto de la sociedad, de los poderes públicos, de las ONGs., de la comunidad escolar, de la familia y de los medios de comunicación.

Para el equipo de trabajo de este proyecto se hace prioritario que la sociedad en general, la clase dirigente y el sector educativo en especial, se dediquen a mirar el problema como suyo y no estarle echando la culpa a otros. La escuela Primaria debe darse cuenta ya, que en sus aulas se reúnen los adictos potenciales y que si no hacemos nada ahora por prevenir, ellos en un corto tiempo mas, serán los consumidores habituales de nuestras calles, parques, esquinas y centros educativos en especial los de Educación Secundaria.

Tampoco es casual que en estos primeros pasos hayamos dirigido nuestra mirada hacia la escuela y, más específicamente, hacia el profesorado. El ámbito educativo constituye, junto a la familia, el espacio más idóneo para articular los programas preventivos y de promoción de la salud. Y, por lo tanto, los equipos docentes adquieren un papel determinante como modelos de comportamiento para sus alumnos y como mediadores privilegiados en el desarrollo de las estrategias de prevención frente a las drogas.

El documento “PREVENCION ESCOLAR”, se ha planteado como un esfuerzo por dotar al profesorado de instrumentos eficaces y prácticos que faciliten su compleja y trascendente tarea educativa. Significa también un hito más en la estrecha colaboración que, desde las dependencias del Gobierno, se mantiene con los Centros Educativos. El equipo de trabajo, representa este vínculo necesario entre la escuela y la prevención de las drogodependencia; tanto en los contenidos elegidos como en su presentación, se ha tenido el acierto de rescatar el esfuerzo de otros muchos profesionales de otras disciplinas y de la educación y reflejar la especial idiosincrasia de la población a la que va dirigida este proyecto: la comunidad escolar de SU INSTITUCIÓN EDUCATIVA, DE SU CUADRA, DE SU BARRIO Y DE SU POBLACIÓN.

Nuestros programas educativos, hablan poco y a veces mal sobre las drogas, sus peligros y consecuencias.
Indudablemente son los padres y los educadores los que tienen la obligación y responsabilidad de instruir a los chicos y chicas sobre el tema.

Es importante aclarar que cualquier intento de prevención debe de realizarse puntualmente a las características culturales y socio económicas de cada medio. No dude adaptar estos principios básicos a su realidad.
Tome precauciones, hablar a destiempo o equivocadamente sobre el tema provocará una curiosidad peligrosa. Sea prudente y de planificar una actividad, no lo haga en la soledad del aula.
Reúna el grupo docente y diseñen en conjunto a la actividad y no olviden participar a las familias de ese intento de prevención.
Las familias también deben ser instruidas en el tema.


Objetivos.


El consumo de drogas es una conducta que realiza un persona concreta, normalmente junto con otras personas, en un contexto social e histórico determinado. El por qué algunas personas tienen problemas con las drogas obedece a sus características individuales, al modo en que se relacionan con sus iguales y a la influencia del entorno social. A su vez, las características individuales están determinadas tanto por la forma de ser de la personas como por la educación que reciben en su familia y en la escuela y por la sociedad en la que viven.

Por lo tanto, prevenir desde el ámbito escolar los problemas que pueden derivarse del abuso de drogas supone:

• Crear en los centros escolares un clima saludable que sea incompatible con el uso de drogas.
• Ayudar, desde las familias y desde la escuela, a formar personas cuyas características les permitan relacionarse adecuadamente con las drogas. Si esto no sucediera, deberemos tratar de modificar aquellos rasgos de su personalidad que pudieran favorecer el abuso de drogas.
• Preparar a los individuos para tener relaciones adecuadas con los grupos con los que se relacionen.
• Capacitarles para resistir la influencia de los determinantes socioculturales que puedan favorecer que tengan problemas con drogas.
• Crear actitudes positivas ante la ocupación del tiempo libre.
• Proporcionarles la información necesaria para que puedan tomar decisiones razonadas y responsables sobre el uso de drogas.


PASOS.


Para lograr esto, lo primero que debemos hacer es conocer qué características personales de los alumnos, qué modos de relacionarse con el grupo, qué relaciones familiares, qué clima de los centros escolares y qué determinantes sociales pueden aumentar el riesgo de tener problemas con drogas. En este capítulo expondremos, explicándolo y tratando de mostrar qué relación puede tener con las drogas, todo aquello que puede favorecer el que una persona llegue a tener problemas con su consumo. Al mismo tiempo señalaremos cómo pueden manifestarse en los alumnos y daremos pautas de actuación sobre cómo pueden modificarse en el aula.

Por tanto:
El primer paso para hacer prevención es:
• Considerar la realidad de nuestro centro estableciendo en qué medida puede favorecer la aparición de factores de riesgo o potenciar éstos.
• Conocer a nuestros alumnos, observando cómo se relacionan con el grupo, qué características personales tienen, en qué ambiente familiar están construyendo su identidad y cómo se integran en la escuela y en la sociedad.

El segundo paso es:
• Tratar de modificar los factores que puedan favorecer la aparición de problemas con drogas mediante nuestro trabajo diario, que no es otro que el de formar personas capaces de enfrentarse adecuadamente al mundo que nos ha tocado vivir y en el que las drogas son una realidad.

Como vemos, la mejor forma de planificar nuestra actuación es diseñando un Proyecto de Centro, en el que participen el mayor número de profesores posibles, la Asofamilia y demás miembros de la Comunidad Escolar, así como otras instituciones comunitarias ( Defensorías, Fiscalía, Policía de menores, ICBF, Comisarías de Familia, Secretarias de Gobierno, Educación, Salud, Desarrollo Comunitario y Gerencia Social, etc.), cada uno desde la función que tiene encomendada. Pero sea cual sea el modo en que actuemos lo que tenemos que lograr es modificar los factores de riesgo detectados en el centro y su entorno y en los alumnos, y dar a estos una información adecuada a su edad y a sus expectativas. Daremos pautas sobre cómo podemos abordar cada uno de estos factores y sobre cómo debemos organizar nuestra actuación. Para encontrar actividades concretas de trabajo en el aula existen cada vez un mayor número de publicaciones, algunas de las cuales están recogidas en la bibliografía, a las que podemos recurrir para encontrar otras sugerencias.

Es importante que quede claro desde el principio cómo deben entenderse los factores de riesgo: no son causas que automáticamente desencadenen problemas con las drogas. Aislados no significan nada. Una persona se encuentra en una situación de riesgo cuando en ella confluyen factores de distinta índole: un determinado ambiente educativo, determinadas situaciones sociales, determinadas modos de relacionarse con determinados grupos, ciertas características personales y familiares... Y ni siquiera en estos casos podemos asegurar que alguien va a tener problemas con las drogas: tan solo que corre un mayor riesgo de tenerlos.

Los factores de riesgo pueden provenir:

• Del medio educativo
• De las características personales
• De las relaciones con el grupo
• De la familia
• De los determinantes socioculturales

Esta división es simplemente expositiva: no pueden entenderse las características personales sin considerar la influencia de la familia, la escuela o del grupo de iguales. Ni podemos hablar de los grupos sin referirnos a las señas de identidad o los valores imperantes en la sociedad, etc. Si los presentamos así divididos es para facilitar el que sepamos dirigir nuestra mirada hacia cada uno de ellos, y así después, a la hora de actuar, poder considerarlos conjuntamente.


SEÑALES DE ABUSO DE DROGAS.

Aunque el uso de algunas drogas se ha mantenido constante recientemente, el uso de otras está en aumento. En particular, el uso de las bebidas alcohólicas, los cigarrillos y el "crack" continúan siendo áreas de gran preocupación.

Los adolescentes que comienzan a fumar o a beber desde temprana edad corren un grave riesgo. Estas substancias son típicamente las "drogas del umbral" que llevan a la marihuana y de ahí a otras drogas ilícitas. La mayor parte de estos adolescentes siguen usando las primeras drogas que probaron en adición a las otras.

Las señales principales del abuso de drogas por los adolescentes pueden incluir:

• Físicas: fatiga constante, quejas acerca de su salud, ojos enrojecidos y sin brillo y una tos persistente.
• Emocionales: cambios en la personalidad, cambios rápidos de humor, comportamiento irresponsable, poco amor propio, depresión y una falta general de interés.
• Familia: el comenzar argumentos, desobedecer las reglas o el dejar de comunicarse con la familia.
• Escuela: calificaciones bajas, ausencias frecuentes y problemas de disciplina.
• Problemas Sociales: amigos nuevos a quienes no les interesan las actividades normales de la casa y de la escuela, problemas con la ley y el cambio hacia estilos poco convencionales en el vestir y en la música.

Algunas de estas señales de aviso pueden también ser señales indicativas de otros problemas. Los padres pueden reconocer las señales de problemas pero no se espera de ellos que hagan el diagnóstico. Una manera eficaz para los padres demostrar su preocupación y afecto por el adolescente es discutir francamente con éste el uso y abuso de las bebidas alcohólicas y de otras drogas. El primer paso que los padres deben de dar es el consultar con un médico para estar seguros de que las señales que descubren no tengan causas físicas. Esto debe de ser acompañado o seguido por una evaluación comprensiva por un psiquiatra de niños y adolescentes.


CONCLUSION PRIMARIA.

Convencido que el gran trabajo con relación al flagelo de la drogadicción, se debe hacer en la gran masa de alumnos y alumnas potenciales, es como proponemos que el ejercicio se haga desde la primaria, a través del profesorado del ciclo de Básica Primaria.
Allí están los niños y niñas mas vulnerables desde todo punto de vista. Sus edades oscilan entre los 6 y los 12 años y a través de su lúdica callejera y los ratos de tránsito de la casa a la escuela y retorno, todos ellos se ven expuestos a un gran aprendizaje social, que si no se educa y se forma pronto será convertido en un potencial disociado social, ya sea por hurto, pandillas o por el tema que nos une en este proyecto.

La vida familiar de estos chicos de Primaria, tienen las mismas características de los adolescentes, por lo tanto desde allí, se puede estar haciendo un camino hacia uno u otro rumbo. Por lo tanto para evitar sorpresas, es como el proyecto se debe implementar primero en primaria.

El chico de primaria, y sobre todo el mas callejero, ya sabe los sitios en donde se reúnen los adictos a consumir, los ven en sus diarios tránsitos y aprenden a preparar ( armar) los porros de consumo, y me atrevería a decir que son estos chicos en la mayoría de las veces quienes por unas monedas, compran al adicto sus dosis, de lo que se deduce que ellos ya conocen las casas o sitios de expendio. Reconocen los olores, al adicto, saben como se prepara y consume, saben comprarla, lo único que les falta es consumirla. Por ello manifiesto abiertamente que es en Primaria en donde están los adictos potenciales y que el sistema, los PEI y comunidad, no han hecho nada por entrar en este mundo, a través de un programa curricular consciente, planificado y apoyado por las entidades que desde sus funciones, les compete parte activa del problema.

La educación secundaria, padece desde luego una doble influencia con el problema. Algunos chicos le llegan de la primaria ya aprendidos y son esporádicos consumidores, otros solo les falta quien los empuje al abismo de las drogas y es posiblemente en la relación temprana que se hace con los pares, como se inducen abiertamente al gran consumo.
Una franja reducida son potenciales y tarde que temprano de no hacer nada, terminarán como aquellos, consumiendo.
En la secundaria tampoco se esta haciendo un trabajo sistemático, planificado, coherente, pertinente y significativo por prevenir en primer lugar y luego el de contener los altos consumos. ¿ Cómo abordar tan duro tema, cómo el maestro o maestra debe tomar consciencia que es parte activa del problema? ¿ Cómo la clase dirigente educativa, debe sentarse y apoyado por otros estamentos poner en marcha un programa que por lo menos fortalezca aprendizajes para la docencia y sus prácticas se dejen sentir en todo el conjunto educativo local?

Hay mucho por hacer, las drogas nos han ganado un gran espacio, y es hora que el sector educativo afronte desde sus centros, aulas y currículo, este tema.

NOTA:

Si alguna institucion educativa o docente quiere tener el proyecto completo, dirigirse al correo: wlwchhh@gmail.com,
con gusto se los enviamos.


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