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22 mar 2010

CONVIVENCIA Y TRANQUILIDAD ESCOLAR

Se está produciendo un vivo debate sobre la convivencia en la Instituciones Educativas al que queremos aportar algunas reflexiones.

Al hablar de convivencia escolar nos estamos refiriendo a ese clima de armonía entre las personas y colectivos que conforman la comunidad educativa, necesario para alcanzar los objetivos que se pretenden en una Institución Educativa. Conviene reflexionar, pues, sobre algunos aspectos del entramado escolar que nos parecen decisivos para esa convivencia.


Pensemos, en primer lugar, en las personas y los colectivos que lo conforman, especialmente aquellos más directamente implicados en el proceso: el alumnado, los profesionales, los familiares del alumnado. Todos ellos personas heterogéneas con capacidades y experiencias enriquecedoras o limitadoras y con diversidad de pensamientos, de creencias, de capacidades, de intereses, de situaciones….y con necesidad de distinto orden.

Estas características deberían ser tenidas en cuenta a la hora de definir, diseñar, concretar, pactar y llevar a cabo el proyecto educativo colectivo de estas personas. De otra manera, la heterogeneidad y diversidad, lejos de constituir valor social y cultural que enriquece la convivencia, se vivirán y se sufrirán como contrariedad entorpecedora.

Otro punto al que dirigir nuestra reflexión lo constituye la Institución. La Institución Educativa es, desde luego, un espacio académico donde se imparten/aprenden conocimientos “científicos”. Es también un espacio educativo en el que se enseñan/asimilan normas, actitudes y valores que conforman una determinada "visión" del mundo. Así mismo, es un espacio de desarrollo social en donde se posibilita el acceso a “saberes” y titulaciones que permiten alcanzar objetivos de orden social (acceso a puestos de trabajo, movilidad académica y social…). Y es también un espacio de desarrollo comunitario- en ocasiones el único o el más caracterizado del entorno social – desde donde se puede responder a muchas necesidades individuales y sociales de la comunidad en la que se enmarca, mejorando la situación de sus miembros (por ejemplo, conciliación de vida laboral y familiar, políticas sanitarias y alimentarias, equipamientos…) y contribuir a la configuración de referida comunidad (transmitiendo sus valores, sus normas, sus conocimientos, sus tradiciones…)

Las necesidades de las personas y de los grupos y sus demandas al centro no sólo son académicas o educativas y estas necesidades y demandas, junto a otras de naturaleza no escolar, se interrelacionan y se interfieren condicionándose entre sí, condicionando el desarrollo personal y social y condicionando el proceso escolar. Como espacio de convivencia que es la Institución, en ella se generan y a ella se trasladan situaciones sociales que tienen que ver con realidades económicas, familiares, medioambientales, culturales, ético-morales, religiosas, políticas... de su entorno, afectando, consecuentemente, a la convivencia en la Institución. Y esto habrá que tenerse en cuenta.

La Institución Educativa debería asumirse, de una vez por todas, como institución de desarrollo personal y comunitario. Tendrían que establecerse actuaciones encaminadas a hacer viable su papel de institución al servicio de su entorno y responder eficazmente a lo que la comunidad social le está demandando.

La convivencia en las Instituciones es algo que afecta a todos los colectivos que conforman la comunidad de ese centro y atañe muy directamente a aquellas personas que conviven en él. Por tanto, concierne a todos los sectores y a todas las personas de la comunidad. Es necesario que todos los interesados -con su singularidad y su diversidad- en una institución escolar concreta se sientan copartícipes de su proyecto y acepten con lealtad y responsabilidad el mismo.

Pero y es éste otro aspecto del entramado escolar sobre el que conviene reflexionar - es al profesorado, por ser pieza básica del proceso de enseñanza/aprendizaje, al que debe exigírsele un plus de lealtad y responsabilidad en la consecución de los objetivos.
Lealtad con el proyecto institucional que el marco legal diseña, lealtad para con los valores que lo enmarcan, lealtad para mejorarlo en lo posible, lealtad para corregirlo si fuese necesario.
Y responsabilidad para conducir un proceso con contenidos curriculares significativa, cultural, científica y técnicamente actualizados y contrastados, adaptado a las características individuales y sociales de cada persona, y en el que se ponga de manifiesto una buena competencia profesional tanto en conocimientos académicos como en instrumentos pedagógicos, didácticos y metodológicos.
Lealtad y responsabilidad que, junto a cualidades personales como la seguridad en sí mismo, el equilibrio emocional y afectivo, la ecuanimidad de criterios, el autocontrol, el dominio de la situación, en el profesorado, son indispensables para conseguir una convivencia armónica en las Instituciones. Y deben ser exigidas.

Por último, es en el marco de un Proyecto de Convivencia explícito de la Institución, en coherencia con su Proyecto Educativo, donde la convivencia debe ser objeto de regulación global. A los efectos de conseguir el mejor clima escolar, debe contemplar las piezas reguladoras de la convivencia (derechos y deberes, estructuras y mecanismos para la resolución de conflictos, correcciones de conductas, régimen disciplinario…) que afectan a todos y cada uno de los sectores que conforman la comunidad escolar.

La Institución Educativa y el sistema educativo deben contar con estructuras e instrumentos de resolución de conflictos capaces de dar respuestas eficaces en el marco escolar a los problemas de convivencia que se generen en él. La conflictividad no puede ser pretexto o justificación de ningún sector para el incumplimiento del Proyecto Educativo, el menoscabo del proceso de enseñanza/aprendizaje ni, mucho menos, para pesquerías en ríos revueltos, de desaprensivos, irresponsables o demagogos.

Tal vez alguien esté pensando en el desarrollo y aplicación de normativas parciales, dirigidas casi en exclusiva al alumnado. Dudamos que, sin tener en cuenta todos los aspectos del entramado escolar, se pueda alcanzar un clima aceptable de convivencia en los centros. Puede que dé ocasión a algún tipo de tranquilidad, sobre todo a algún sector de la comunidad escolar, pero los que tenemos algunos años sabemos por experiencia que tranquilidad, muchas veces, guarda relación con “tranca”, y eso, hoy ni es aceptable ni da resultado.

Grupo Afilalapiz

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