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30 ago 2009

EL PROFESOR COMO INVESTIGADOR

Las clases escolares deben ser sometidas a prueba, deben ser verificadas y adaptadas por cada profesor, para que ellos asuman comprensivamente su labor y para perfeccionar su enseñanza. El maestro requiere ser investigador para “desarrollar positivamente su enseñanza y hacer mejor las cosas” (Stenhouse:1984, 210), porque la labor de los maestros deben estudiarla ellos mismos.

La idea de partida es un aula como espacio de investigación y cada profesor como integrante de una comunidad científica. Un maestro investigador se preocupa por comprender mejor su propia aula, no solo teoriza porque la “teoría es simplemente una estructuración sistemática de la comprensión de su propia labor” (211), la actitud investigadora es una disposición para examinar con sentido crítico la propia actividad práctica.

El compromiso es poner en cuestión la enseñanza impartida, estudiar el propio modo de enseñar, con el interés por cuestionar y comprobar la teoría en la práctica, al considerar una alta disposición para que otros profesionales observen su propia labor, a partir de la cual se establecen formas de diálogo, de confrontación, de debate, lo que desarrolla la capacidad reflexiva y de autoanálisis, y permite el estudio de otros profesores mediante la comprobación de ideas en la investigación en el aula, que se encarga de profundizar las interacciones en el espacio escolar, codificar la comunicación verbal, estudiar patrones de enseñanza y aprendizaje.

Un profesor que apueste a la investigación para desarrollar su propio modo de enseñanza, permite la presencia de un observador participante en el aula. El observador participante se encarga de conseguir los datos, porque el profesor es objeto de la observación y colaborador de la investigación; el profesor toma nota de las actividades más significativas como el observador, para después comparar las notas tomadas, con la ayuda de alguna modalidad de grabación que se supedita al análisis, así también, se emplean encuestas o entrevistas de las percepciones de los estudiantes acerca de las situaciones de aula.

La tarea es emprendida por “un profesor individual, una escuela, un grupo de trabajo en un centro de profesores” (Stenhouse: 1984, 195), que parten de la observación de las categorías desde el contexto, con base en la propuesta del diálogo en clase con los estudiantes, pues la conversación y la comunicación se toman como expresión y negociación de significados, no solo como mecanismo para intercambiar información, sino como estrategia, la cual se toma como un “conjunto de acciones verbales que sirven para alcanzar ciertos resultados y para evitar otros”, las acciones sirven para inducir a los estudiantes a emprender un intercambio verbal en las clases abiertas.

Los problemas de los profesores que no aceptan asumir la investigación de su propio modo de enseñar para mejorarlo, se deben al clima social que brinda poco apoyo a quienes aceptan el riesgo, en ocasiones los observadores hacen parte de organismos externos o estatales que juzgan la labor de los docentes, otras veces tienen que ver con aspectos de formación y psicológicos porque los docentes esperan que les digan que tienen que hacer en lugar de emprender la investigación, lo que hace que se progrese lentamente, pues al esperar directrices de los investigadores para elaborar el proyecto correctamente, los docentes se quedan como receptores y no como sujetos activos.

Una investigación cooperativa puede obviar las dificultades que se presenten, por el mutuo apoyo en el que trabajan juntos profesores y equipos de investigación. Los profesores necesitan poner en comunicación sus experiencias, no pueden ser islas, deben informar de su trabajo, deben divulgar sus trabajos, fundamentados en el desarrollo de un lenguaje teórico general, con base en el estudio de casos concretos, de estilos abiertos y flexibles de enseñanza, que permitan observar los cambios del maestro.

Los modos de enseñar deben llevar a que estudiantes como profesores aprenden algo, porque parten de saberes previos los cuales se modifican con la situación de aprendizaje propuesta, “el conjunto de los ocupantes de un aula constituye un complejo social interactivo” (208), donde el conocimiento esta desigualmente distribuido, lo que hace la vida en el aula inestable, pues la relación entre enseñante y enseñado produce distintas perspectivas, donde distintos individuos aprenden cosas diferentes a partir de un mismo acontecimiento, en un medio de aprendizaje no predeterminado sino construido.

La perspectiva de la investigación en el aula es subjetiva, sensible y autocrítica, no es “una aspiración hacia una objetividad inalcanzable”, si se entiende que el trabajo en el aula reúne las ilusiones, creencias y hábitos de los maestros y permite el intercambio entre los miembros del grupo.

Para lograr los propósitos de la investigación en el aula se requiere, por tanto, alto nivel de discusión y profundidad, interacción directa entre los sujetos, en ese espacio los alumnos se preguntan entre si, se fomenta el intercambio de grupo, con base en la tolerancia y la disciplina de discusión, para buscar que las opiniones conduzcan al mayor entendimiento y no a ciegas aceptaciones, a pesar de existir puntos de vista divergentes.

El trabajo de investigación en el aula, al propiciar la indagación y el autorreconocimiento, permite establecer diálogos entre escuelas y los grupos de investigación, para poner en práctica métodos de búsqueda y descubrimiento, que ayuden a los profesores a orientar la actividad investigadora con respecto a los problemas surgidos en el aula, a través de la acción y la reflexión, en el proceso que surge en la planeación con la identificación de las secuencias de enseñanza, se concilian los desacuerdos perceptivos entre lo que los profesores observan y los externos establecen, de manera que se permita un diálogo abierto en relación con los modos de enseñar.

La enseñanza basada en la investigación es optimista en sus expectativas de trabajo, no obstante puede aparecer la tensión entre el profesor y el investigador externo, tensión que vale la pena enfrentar para intentar resolverla, porque no es fácil observar cómo se mejora la enseñanza, aunque se trata de estimular la enseñanza para que la educación mejore significativamente, por eso para lograr una actitud investigadora se requiere una enseñanza basada en la indagación y el descubrimiento, abordar la cotidianidad, asumir la reflexión acerca de métodos y técnicas.

Los investigadores dentro de la escuela logran la comprensión de las dinámicas de la vida institucional y los maestros comprenden la tarea de los investigadores. Los profesores “deben recibir ayuda con simpatía y delicadeza, y necesitan comprensión, en especial cuando quedan expuestos por primera vez a retroalimentación (feedback) relativa a sus propias lecciones”.

Stenhouse, L.. Investigación y Desarrollo del Currículo. Madrid: Morata, 2003. pp. 194-221

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